martes, 18 de mayo de 2010

Entre muertos




Estoy caminando entre muertos

Frío del alma

Mariposas muertas y flores secas

Perdido en un campo de rosas negras..

Herido por espinas, se vierte mi sangre

en el desolado sendero

Siento que el alma se me escapa por instantes

Me aproximo a una lápida

“Esperanza” reza la misma..

En un momento, se oyen susurros del viento

que rompen el silencio

Sinfonía tenebrosa, melodía del abismo..

Sombras danzan a mí alrededor

y me van cercando más y más..

De repente, todo desaparece..

Y no se oye más afuera el viento..

sino que dentro de mi, canta mis lamentos..

Mi corazón para de latir…

Mas de repente! Despierto..

Y nuevamente..

Estoy caminando entre muertos,

Frío del alma

Perdido en un campo de rosas negras…

A la musa encadenada




Mi musa de aterciopeladas tinieblas
Arrastrando pesados grilletes
Tus ojos están opacos y en ellos veo sombras abismales
En tu rostro veo dibujados el horror, la locura y la desesperanza.

Que te has hecho?
Vendiendo tu alma por 30 monedas
Cambiando el real esplendor por el brillo fatuo y fuegos artificiales…

Sé que no eres feliz
Pues, en tu corazón aún palpita esa chispa
Que se resiste a extinguirse ante el frio viento del abismo.

Te soñé…
Contando cuervos mientras atardecía
Uno por el amor
Dos por el olvido
Tres por la alegría
Cuatro por la tristeza
Cinco por las promesas rotas
Seis por ese “adiós” que nunca existió
Y siete… por ese secreto que nunca revelarás.

Bajo el cielo que se tiñe de sangre te vi
Esparciendo sombras
Desparramando tu belleza fatal, al igual que tu desdicha.
Oh, musa. Mi musa, cuanto anhela mi alma
Que te liberes de la maldición que arrastras.

Que el cielo te devuelva la transparente mirada
Y el andar despreocupado…
Que la inocencia brille en ti
Y las flores vuelvan a adornar tu jardín

domingo, 2 de mayo de 2010

Poet of the fall


El…

poeta de otoños,

coleccionista de ocasos,

Otrora lumbrera del firmamento,

ahora espectro sepulcral

cual sombra errabunda

entre gélidas lápidas


Cavilaciones, temores, dudas

danzan a su alrededor

Y los susurros de mil demonios

tejen un manto fúnebre, abismal

de negrura que devora la luz


Los pies…

Cortados, ensangrentados

de tanto caminar en el filo de la navaja

a cuyos lados se extiende el insondable abismo


Más de una vez pensó en dejarse caer

cansado ya de tanto caminar,

de las espinas clavadas en su corazón

y de los recuerdos de esos días de hierro y sangre


Un velo de emponzoñadas tinieblas

nubla su vista

En el anfiteatro de su alma

resuenan los acordes

de la sinfonía de la desesperanza


No quiso escuchar al ángel

que le contó sobre los peligros

del estrecho sendero...

No creyó, orgulloso,

jamás perder la luz de Urantia


Frente enhiesta, oídos sordos

Vanos los clamores de los cielos


En su boca solo el sabor de la hiel

y abiertas las heridas en su fría piel


Él…

poeta de otoños,

coleccionista de ocasos

Camina con paso tembloroso

hacia aquel páramo

donde suele aparecer

el ángel de la tristeza

Para rogarle que con sus alas lo cubra

y perecer… en absoluto silencio