domingo, 2 de mayo de 2010

Poet of the fall


El…

poeta de otoños,

coleccionista de ocasos,

Otrora lumbrera del firmamento,

ahora espectro sepulcral

cual sombra errabunda

entre gélidas lápidas


Cavilaciones, temores, dudas

danzan a su alrededor

Y los susurros de mil demonios

tejen un manto fúnebre, abismal

de negrura que devora la luz


Los pies…

Cortados, ensangrentados

de tanto caminar en el filo de la navaja

a cuyos lados se extiende el insondable abismo


Más de una vez pensó en dejarse caer

cansado ya de tanto caminar,

de las espinas clavadas en su corazón

y de los recuerdos de esos días de hierro y sangre


Un velo de emponzoñadas tinieblas

nubla su vista

En el anfiteatro de su alma

resuenan los acordes

de la sinfonía de la desesperanza


No quiso escuchar al ángel

que le contó sobre los peligros

del estrecho sendero...

No creyó, orgulloso,

jamás perder la luz de Urantia


Frente enhiesta, oídos sordos

Vanos los clamores de los cielos


En su boca solo el sabor de la hiel

y abiertas las heridas en su fría piel


Él…

poeta de otoños,

coleccionista de ocasos

Camina con paso tembloroso

hacia aquel páramo

donde suele aparecer

el ángel de la tristeza

Para rogarle que con sus alas lo cubra

y perecer… en absoluto silencio

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